La historia de un domingo en Tokio

Sin clasificar
El despertarAunque ya lleve fuera algo más de una hora, es a las siete de la mañana cuando el Sol se coloca en esa posición que justamente la cortina no llega a tapar y se da el capricho de despertarme un día más. Me incorporo y escucho risas. Pienso que debe tratarse de jóvenes que vuelven a casa con algo de resaca en el primer tren de la mañana. Uso mi mano izquierda para apartar la cortina y ver la cara de los que viven de noche y duermen de día, pero descubro que se trata de dos chicos muy jóvenes ataviados con sus uniformes de béisbol. Ambos van en bicicleta y llevan sus cascos en la cana

Fuente de enlace